domingo, 9 de marzo de 2008

Del Ocio a la Fábrica


ROLDÁN, Diego P. Del ocio a la fábrica. Sociedad, espacio y cultura en barrio Saladillo. Rosario 1870-1940, Prohistoria Ediciones, Rosario, 2005, 283 pp., 35 ilust. ISBN 987-20884-7-0.
En El Libro de Arena, Jorge Luis Borges manifiesta, que cierto volumen abriga la virtud de poseer un infinito número de páginas, como consecuencia, el lector nunca podría recorrer el libro sin caer en la extraña sensación caleidoscópica de aleatoriedad.
El libro de Diego P. Roldán Del ocio a la fábrica…, puede asemejarse al libro de arena, magistralmente narrado por Borges. La prosa de esta tesis de licenciatura, devenida en formato libro, permite al lector sumergirse en una narración múltiple, fruto de una revisión y cuidado formal constante.
El tema medular son los procesos de configuración y reconfiguración espacial del Barrio Saladillo, ubicado en el sur rosarino, que se extiende desde fines del siglo XIX a mediados del siglo XX. La configuración espacial es pensada como el resultado de las relaciones e interacciones sociales. El objetivo del trabajo es analizar la transmutación del barrio, que de un sitio de exaltación y regodeo de las elites rosarinas se transforma en una espacio obrero, caracterizado por los fijos y flujos de la producción de elementos cárnicos.
Analizar un espacio de cualquier ciudad implica, al menos para el autor, un constante merodeo por sus calles, que invitan a perderse a través de caminos sinuosos cual viajero, intentando asir, a través de la materialidad violentamente presentada por la trama urbana, las representaciones que los agentes elaboraron a partir de la experiencia del espacio. Este trabajo, no implica devolverle la voz a quienes se perdieron en la oscuridad del tiempo, antes bien ensaya una aproximación crítica a las mutaciones que conlleva la formación de un espacio, confiriendo relevancia a los indicios que conducen el análisis hacia temas y espacios más generales. Este ejercicio establece la imposibilidad de concebir a la ciudad como un objeto preexistente, capaz de engendrar su documentación, a consecuencia de su coincidencia con la juridiscción política. En las páginas de Del ocio a la fábrica…¸ la caracterización de la ciudad se diferencia de su soporte material, complejizada tanto por las relaciones sociales y culturales desenvueltas por las tensiones políticas manifiestas o no, abordando problemas generales desde elementos periféricos, desatendidos tanto por la historia local tradicional como por la historia académica.
El libro esta estructurado en cinco capítulos, concebidos desde disímiles perspectivas, aunque tendientes a sustentar las ideas anteriormente señaladas con respecto a la configuración espacial.
A partir de un viaje hacia las moradas sepulcrales de dos inmigrantes gallegos llegados a nuestro país a mediados del siglo XIX, sitas en el cementerio “El Salvador”, Roldán contempla los procesos de inmigración que se sucedieron entre fines de los siglos XVIII y XIX y la manera en que esta situación redimensionó la posición de la Argentina como elemento periférico en la realidad capitalista mundial. Teniendo en cuenta los recorridos de José y Manuel Arijón, el autor analiza sus trayectorias en la sociedad rosarina, como carreras abiertas al talento. En esos itinerarios revistieron significativa importancia los lazos soldados con familias de alcurnia para la prosecución de sus ambiciones económicas. El accionar de los Arijón tuvo como corolario la adquisición de terrenos de una lonja al sur de la ciudad de Rosario y los primeros atisbos de urbanización de ese área.
De manera compleja y diferenciada respecto a la narración de los capítulos anteriores, rayana en la novela, en el tercer capítulo, Roldán esboza los puntos más relevantes de la primera urbanización que envolvieron a la Aldea “El Saladillo”. El primer equipamiento urbano es fruto de la revalorización naturalista del espacio, bañado por las bondades de las aguas del arroyo Saladillo. En este tramo del trabajo, se presta particular atención al accionar de la joven municipalidad de Rosario y la élite, en torno a la ubicación de los sectores populares y los proyectos para el solaz de los grupos acomodados.
En la explicación ofrecida se intersectan las expectativas detentadas por la élite rosarina de mercantilizar el ocio, la despiadada especulación inmobiliaria sobre los terrenos del sur, descrita al modo de una aventura burguesa zoliana, y los argumentos esgrimidos alrededor de los beneficios de un espacio de distinción, definido como paraíso terrenal.
Las instancias de urbanización, equipamiento y poblamiento son contempladas a fin de evidenciar las intencionalidades políticas latentes, manifiestas en la estructuración de las manzanas, el tendido de los servicios públicos y la construcción de viviendas.
La descripción detallada de estos procesos, es matizada por la narración, de algunas prácticas llevadas acabo por los grupos sociales asentados en el barrio. Aquí, el autor, apunta algunas características de los usos sociales del tiempo libre de las elites, íntimamente ligados a las tentativas de distinción y diferenciación social. Despliega en su relato, la lógica de deportes como el tiro a la paloma y de las propiedades atribuidas a los baños en el arroyo, resaltando su carácter exclusivo. Aquí, es evidente, el constante juego que el autor emprende con las experiencias europeas, precisamente de la aristocracia y la burguesía decimonónica, afanándose en demostrar de qué manera los grupos ricos e “híbridos” del entramado social rosarino, reforzaban su abolengo a partir del despliegue de ciertas prácticas, provenientes de las costumbres europeas.
Finalmente, Diego Roldán rastrea los procesos que transforman al barrio destinado al ocio de las elites en un barrio obrero. Entonces, explica cómo desde finales del siglo XIX se hacen patentes las necesidades de un balneario destinado al disfrute de los sectores populares, y de qué modo, dichas expectativas captadas por el municipio mellan la distinción social que ofrecían los baños del sur, imaginando paulatinamente al espacio estudiado bajo otra luz y dotándolo, en definitiva, de otro carácter. Asimismo repara, por un lado, en la importancia que las elites adjudicaban a las fiestas de carnaval, en las que desplegaban todo su fasto y, por otro, los cambios que los sectores populares operaron sobre estas manifestaciones festivas, invirtiendo el orden y mofándose de los elementos identitarios de los grupos acomodados, trocando, así, las ansias disciplinarias en revuelo.
En un primer momento, el libro delinea cuáles fueron los mecanismos que tanto las elites locales como el ente municipal desplegaron a fines de esbozar las características que este sector del sur rosarino detentaría en relación con la instalación del frigorífico estadounidense.
La localización de los mataderos, el mercado de haciendas y las industrias de producción cárnicas (Frigorífico Swift) representaban una muestra de lo indecente, pueril e indigno, cuyo destino debían ser los confines del territorio municipal, en las orillas donde la carroña se confunde con la humanidad. Asimismo, los reclamos para segregar las “actividades insalubres” provenían de los médicos higienistas, quienes bregaban por alejar establecimientos que arrojaban gran cantidad de efluvios malsanos hacia lugares donde la población “digna”, asentada en los núcleos centrales, no se contaminara. Las propuestas de reinstalación de los mataderos aludían, invariablemente, a los terrenos del sur.
Al calor de estas intenciones medraban otras, tendientes a la construcción de un mercado de haciendas alternativo al porteño, sobre el oeste de Saladillo. Estas decisiones borrarían de un plumazo los idilios atribuidos al espacio solariego.
Respecto a estas tensiones, Roldán, expone los argumentos contrapuestos del sector comercial y del gobierno municipal, atravesado por los intereses de distintos agentes operando ubicados en su interior, situación que es visualizada en los conflictos en torno a la construcción de viviendas destinadas a los trabajadores, en “Barrio Mataderos”.
Finalmente en este mar de intereses contrapuestos emerge la importancia de la inversión de capital extranjero para la instalación de los frigoríficos, cuya ubicación al sur denota el frío cálculo racional que sostenía sus objetivos, encarnada esta situación, en la menor carga impositiva que regía para estas actividades en la vecina Villa Gobernador Gálvez.
La nueva configuración del barrio estuvo ligada a los remates de terrenos y la instalación de viviendas populares, que otorgaban al lugar un carácter fijo, coincidente con la desmoralizante y alienante rutina de las fábricas.
Es interesante vislumbrar en el trabajo, cuáles son las características que configurarán la identidad de las masas obreras en un periodo posterior. No obstante, sobre el final del trabajo puede experimentarse cierto sabor amargo, al no hallarse precisiones concernientes a los comportamientos de esta heterogénea masa de trabajadores de la industria. Poco espacio se dedica al análisis de la cultura popular de los obreros, más allá de los límites establecidos por las reivindicaciones salariales y las condiciones de trabajo. Sin embargo, puede leerse entre líneas, la posibilidad de avanzar en futuros trabajos en esa dirección. A partir de esta incidental insatisfacción, la explicación que el titulo de la obra promete, quedaría parcialmente trunca, puesto que la cultura de los grupos olvidados por la élite se perdería, también, en el análisis histórico.
Más allá de esta observación, el trabajo denota una narrativa estéticamente seductora que establece una estimulante relación entre los hombres y el paisaje, atributo de la literatura, como dice Carlo Ginzburg; así como el invalorable aporte implícito en un estudio construido a partir de una documentación exhaustiva, capaz de alentar futuros abordajes sobre el periodo y el núcleo de problemas tratados. Lejos de ofrecer un mero análisis acerca de la conformación de un barrio al sur rosarino, este trabajo obsequia la posibilidad de pensar tanto las identidades forjadas alrededor de ciertas prácticas, como las tensiones políticas, económicas y culturales que las atraviesan.
Parafraseando nuevamente a Borges, la realidad no tiene la obligación de ser interesante, pero las hipótesis no pueden sustraerse de ese atractivo. Del ocio a la fábrica, alcanza, en ocasiones, esta ineludible, aunque siempre ardua, premisa.
Cecilia M. Pascual
(UNR)

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