domingo, 9 de marzo de 2008

A las puertas del Hogar

DALLA CORTE, Gabriela – PIACENZA, Paola A las puertas del Hogar. Madres, niños y Damas de caridad en el Hogar del Huérfano de Rosario (1870-1920), Prohistoria Ediciones, Rosario, 2006, 128 pp. ISBN 987-13040-7-7.
Reseñar un libro como este conlleva el doble placer de comunicar, por un lado, su enorme y novedoso aporte documental y, por otro, la gran sensibilidad que infunde desde el momento mismo en que uno lo tiene entre sus manos, a partir de la belleza estética en la que afirma su contenido. Sin embargo, no creamos falsamente que el análisis se limita a relatarnos una historia sentimental de desencuentros, sino que superando con creces esa perspectiva, radica su principal aporte en la escasamente reconocida actividad femenina en el ámbito público, en el cual un grupo de mujeres de sectores pudientes de la sociedad rosarina, se hizo cargo de dar respuesta a otro grupo de mujeres desesperadas de pobreza frente a la indiferencia estatal hacia sus dificultades.
Este libro, escrito por dos reconocidas mujeres provenientes de disciplinas diferentes, la historia y la literatura, resulta ser mucho más que un libro de historia que da cuenta del papel jugado por una institución rosarina entre fines del siglo XIX y principios del XX, como fue el Hospicio de Huérfanos y Expósitos, hoy Hogar del Huérfano. En esta propuesta se encuentra integrada de manera cautivante, una rigurosidad metodológica, en lo que al tratamiento de fuentes se refiere, una recuperación bibliográfica actualizada (principalmente en lo referido al tema de la inmigración y estudios de género), y un ingrediente tenido pocas veces en cuenta a la hora de los análisis históricos, como es aquella mirada sensible y afectiva con que las autoras valoran los documentos analizados.
Adoptando un enfoque claramente interdisciplinario, a caballo entre la historia y los textos, el libro, del que han aparecido algunos avances en ciertas revistas, constituye un admirable ejemplo de perspectivas complementarias que enriquecen el objeto estudiado. En este caso, encontramos a la historia reconstruyendo testimonios que, al ser escritos, involucran directamente una mirada literaria e incluso gramatical en el análisis de dichos textos.
Otro reconocimiento que debe hacerse a las autoras radica en la capacidad de ubicar esta historia –más privada, íntima y casi silenciosa– dentro del contexto nacional y local de la época, recuperando elementos económicos, sociales y culturales que permiten una sólida comprensión de las actitudes y decisiones de madres, hermanas y Damas de Caridad.

Varias son las historias relatadas en el libro; principalmente es la historia de dos protagonistas-víctimas: madres desesperadas e hijos abandonados, de vínculos perdidos y lazos rotos entre ambos, en suma como lo llaman las autoras, de identidades “en espera”. Es, a la vez, una historia de la solidaridad femenina, de mujeres que daban apoyo a otras mujeres, que se tejió alrededor del hogar donde se “conjugó una variopinta realidad femenina formada por mujeres inmigrantes, mujeres pobres de Rosario, mujeres de elite, nodrizas contratadas que habían perdido a sus propios hijos, religiosas…”. Considero, por último, que es la historia de un acto público, la recepción y cuidado de los niños abandonados a cargo de las Damas de Caridad, ligado directamente a aquella versión más privada que se desconoce en la mayoría de los casos, pero que ha estado con seguridad signada por la pobreza y el desamparo de las madres que tomaron la decisión de entregar a sus hijos, temporal o definitivamente. Todo lo anterior enmarcado en la historia más general de aquel contexto inmigratorio para el cual el Estado carecía de respuestas suficientes.

Si bien, el libro está organizado en diferentes apartados, opto por desplegarlo en razón de quienes se erigen como los cuatro protagonistas de esta historia: madres, niños, Damas de Caridad y las “señales”, incluyendo a estas últimas en dicho protagonismo en tanto instrumentos que intersectaron un entramado de relaciones y problemáticas en las que se involucraron los tres primeros.

Comencemos por la punta del hilo que recorre esta historia, las madres. La pregunta que surge inmediatamente al ocuparnos de las madres, es indudablemente el por qué del abandono. A esta interrogante, las autoras responden de manera contundente y acertada, con respuestas nada sencillas, desde lo humano, pero realistas: muerte, pobreza y desamparo se reunieron en las escenas del abandono. Las madres que entregaron a sus hijos, sin duda, lo hicieron para “salvarlos” de la miseria a la que seguramente estaban destinados manteniéndolos a su lado. Las historias de las madres son la de una indigencia múltiple: económica, cultural y afectiva, que se sumaba a la carencia de una red social contenedora, sobre todo por su carácter mayoritario de inmigrantes fundamentalmente italianas y españolas (lo que se revela en la elección de símbolos nacionales o de cartas en idioma italiano, dejadas como señales).
En este sentido, resulta difícil cualquier intento de juzgar a estas madres, si se tiene en cuenta la reconstrucción realizada por las autoras, a partir de las situaciones concretas de cada caso, desde las cartas y notas dejadas. La decisión del abandono, vista desde afuera, como negativa, parece haber sido la mejor opción para salvar a un hijo de la muerte o la pobreza extrema, y consistió en un desprenderse de ellos para librarlos de la misma suerte corrida por su progenitora. El abandono se revela aquí como un gesto de amor generoso, antes que como pecado o indiferencia filial, comenzando con de la voluntad materna de preservar el vínculo filial a través de las señales, donde por ejemplo eligen el nombre del niño/a, y piden sea bautizado/a en caso de no estarlo aún, lo que constituyó una mínima decisión ante la imposibilidad de poder tomar otro camino que no sea la entrega.

El destino de estos niños nacidos “bajo el signo de la fatal desgracia”, se resumía en la muerte, la adopción, la salida propia, o la recuperación por parte de su familia. Con esta última, se cerraba un ciclo comenzado con el abandono. La adopción, en cambio, era la respuesta a un abandono sin “señal” o con la explícita voluntad materna de desprenderse definitivamente de la criatura. La vida de los niños fue seguida de manera completa, por las Damas, hasta que salían del asilo, lo que permite reconstruirse mediante los registros de ingresos y egresos de niños del Hogar.
Las piezas familiares con las que contaban los niños consistían precisamente en esas “señales” dejadas por sus madres, padres o algún otro familiar, que las autoras trazan como “documentos de identidad”. Esos fragmentos tan reveladores les permitía descifrar, tal vez, el por qué de su estadía en el Hogar, del nombre que llevaban, el nombre de su madre, si serían recuperados o no por su familia, en suma, reconstruir un pedacito de su historia familiar, de su identidad, a través de esos indicios que, evidentemente, estaban ahí para designar algo ausente. Mientras tanto, llevarían el apellido “de Paul”, adoptado por las Damas para los huérfanos, y ellas serían quienes cuidarían de ellos, con la colaboración de las amas de leche y las Hermanas del Huerto.

Respecto a las Damas de Caridad, la historia construye la trama institucional del Hogar, desde sus orígenes, a través de los libros copiadores de cartas que registraron las reuniones y decisiones tomadas a lo largo del tiempo. La opción por los niños y niñas abandonados constituyó desde un principio la preocupación fundamental de las Damas, y desde la certeza sobre la necesidad de “socorro del desvalido y la educación del huérfano” asumieron funciones públicas, que tal vez debieran haber preocupado primero al poder estatal. En esta tarea emprendida no han estado solas, sino que han construido redes de apoyo con otras instituciones como iglesias o consulados, así como con particulares pudientes que colaboraron con donaciones para la institución, con médicos que prestaban su desinteresada ayuda, las mas de leche que criaban a los niños, consejeros varones de la sociedad rosarina, además de contar con la protección divina de los santos a los que encomendaron a los niños.
Enfrentando enfermedades y epidemias, sobrepasadas a veces por el número de huérfanos recibidos, y con la ausencia de apoyo constante de parte del Estado, las Damas junto a las Hermanas del Huerto mantuvieron intacto su generoso objetivo de ir “tras el vagido y el lamento llevados por la piedad, a salvar una existencia y endulzar una agonía”.

Reconstruir la historia que vivieron estos protagonistas es posible gracias a la preservación de esas “señales”, y el libro intenta justamente demostrar “que la señal articuló la decisión del abandono por parte de los familiares, la recepción de los bebés por parte de las religiosas, y la política de la entrega en adopción que tomaron las Damas de Caridad”. Debe rescatarse además el valor de las imágenes que se incluyen en el libro y que enriquecen enormemente el análisis interpretativo, haciendo más tangible y sensible, la realidad reconstruida, acercando la “cocina” del historiador al público más general. Sin duda, no puede desconocerse la invalorable labor institucional en la conservación de este archivo que se ha mantenido resguardado en cajas metálicas de galletitas Bagley.
Entender cabalmente a estas “señales” implica considerarlas en primer lugar, y de manera amplia, en su significado jurídico, cultural, religioso y social; en segundo lugar como un código de confianza establecido entre las Damas y las madres; en tercer lugar, y en el caso de las señales duplicadas, como símbolos de la recuperación y el reencuentro entre el niño y su familia; en cuarto y último lugar, como indicios de la nacionalidad de los padres del bebé, de la situación social o económica de la madre, de la intención de recuperación o no, de la fecha de nacimiento o de bautismo del niño. Sin olvidar, y como explican ajustadamente las autoras, las diferentes motivaciones a la hora de escoger una señal, que podían ser: tarjetas de parteras, cartones, trapos, cintas, fotografías, estampitas, medallas, alhajas y las cartas.

Ha sido fundamental la iniciativa de las autoras a la hora de valorar la recuperación de este archivo para contar, la historia del Hogar, de las madres que en él confiaron la suerte de sus hijos, de esos niños abandonados en manos de las Hermanas, de las Damas que se hicieron cargo de su alimentación y educación, y detrás de lo anterior, relatando una cara de la inmigración en Argentina poco conocida.
La iniciativa, además de rescatar la importancia social y afectiva de esta institución, constituye un estímulo para estudios análogos referentes a otras instituciones de la ciudad que han desempeñado servicios sociales de trascendencia similar, en la medida en que transmite opciones metodológicas novedosas para el caso de estudiantes, sumada a su amplia llegada a la sociedad rosarina interesada en un pasado poco recorrido históricamente, que enriquece la historia de la ciudad.

Carolina Piazzi
(UNR-CONICET)

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